Economía

El levantamiento temporal de retenciones en Argentina: contexto, alcance y debate

Contexto macroeconómico

La decisión del gobierno de Javier Milei de establecer retenciones cero a las exportaciones de granos se produce en un contexto externo y fiscal delicado. En el primer trimestre de 2025, Argentina registró un déficit de cuenta corriente de USD 5.191 millones (INDEC).

En el mismo período, la cuenta financiera mostró un ingreso neto de capitales por USD 7.229 millones, sustentado en gran medida por la variación negativa de activos financieros extranjeros en manos de inversionistas argentinos.

Estas cifras reflejan que la economía está demandando financiamiento para cubrir tanto el déficit en bienes, servicios e ingresos (cuenta corriente) como el costo de servir la deuda externa o atraer capitales (cuenta financiera).

Por otro lado, las reservas brutas del Banco Central rondan los USD 40.000 millones, aunque parte de ese monto está “atado” a requerimientos de encajes bancarios en dólares y líneas de swap, lo que limita su disponibilidad efectiva. La construcción de reservas netas libres ha sido un problema recurrente para el gobierno.

El panorama se agrava por la creciente presión sobre la prima de riesgo país y las dudas del mercado con respecto a la sostenibilidad del servicio de la deuda externa, lo cual eleva el costo de financiamiento de nuevas emisiones y coloca al Estado bajo tensión en sus obligaciones de pago.

La medida: retenciones cero con tope

En este contexto, el Decreto 682/2025 dispuso la eliminación temporal de las retenciones a las exportaciones de granos, con vigencia hasta el 31 de octubre o hasta que se alcanzara un tope de USD 7.000 millones en registraciones, lo que ocurriera primero. El cupo se agotó en menos de una semana: las liquidaciones fueron masivas, en parte porque las grandes cerealeras habían acumulado stocks y aprovecharon la ventana para registrar ventas al exterior.

Desde el punto de vista fiscal, la medida significó una pérdida de recaudación de aproximadamente USD 2.000 millones, equivalente al 0,28% del PIB. Para dimensionar el costo, diversos analistas recordaron que ello representaba aproximadamente el doble del gasto estimado por el veto presidencial a la ley de financiamiento universitario.

Denuncias y controversias

El anuncio generó fuertes reacciones en el sector agropecuario. Según informó La Política Online, productores denunciaron que la ganancia fiscal asociada a la baja de retenciones terminó en manos de un reducido grupo de cerealeras que aprovecharon su capacidad de acopio y logística para liquidar rápidamente.

La crítica apunta a que la ventana de tiempo y el tope de USD 7.000 millones favorecieron a grandes empresas con poder de mercado, mientras que pequeños y medianos productores no tuvieron la misma capacidad de aprovechar la medida. El debate sobre la equidad y la distribución del beneficio fiscal se sumó a la controversia sobre su impacto macroeconómico.

Interludio: ¿cómo inciden las retenciones en los precios internos?

Las retenciones funcionan, en términos económicos, como una política de tipo de cambio diferencial. En la práctica, reducen el precio neto que reciben los exportadores en relación con el precio internacional. Esto se traduce en que el precio de paridad de exportación (el valor de referencia que fija el mercado interno) sea menor, y con ello los precios domésticos tienden a desacoplarse parcialmente de los internacionales.

Veamos lo dicho con un sencillo ejemplo numérico:

  • Precio internacional del trigo: USD 500/ton.
  • Con retenciones del 20% y costos de exportación de USD 50, el productor recibe USD 350/ton. Ese es el precio de referencia, y cualquier venta en el mercado interno se alineará con ese valor.
  • Si las retenciones se eliminan, el productor recibe USD 450/ton. Exportar se vuelve más atractivo, la oferta doméstica disminuye y el precio interno tiende a subir.

En simulaciones simplificadas, cuando se reducen las retenciones, más productores destinan su producción al exterior, reduciendo la cantidad ofrecida localmente y presionando al alza los precios internos. Lo contrario ocurre cuando las retenciones aumentan: el precio neto de exportación baja, más grano se destina al mercado interno y los precios domésticos tienden a moderarse.

Este es uno de los principales argumentos de economistas que advierten sobre las contras de eliminar las retenciones: una baja generalizada podría encarecer los alimentos en el mercado local, afectando a los consumidores y la inflación.

Sin embargo, otros economistas sostienen que las retenciones desincentivan la inversión y la productividad del agro argentino, al reducir la rentabilidad del sector exportador. En su visión, la eliminación o reducción permanente de las retenciones contribuiría a aumentar la producción, atraer inversiones y mejorar la competitividad de largo plazo.

En resumidas cuentas

La medida de retenciones cero fue una respuesta de emergencia a la falta de divisas y al estancamiento en la acumulación de reservas. Logró su objetivo inmediato: ingresar dólares al Banco Central en el corto plazo. No obstante, su costo fiscal, las denuncias de concentración de beneficios en un puñado de cerealeras y la potencial presión alcista sobre los precios internos reabrieron el debate sobre el papel de las retenciones en la economía argentina.

El dilema permanece: ¿son las retenciones un instrumento válido para estabilizar precios internos y recaudar recursos fiscales, o constituyen un obstáculo estructural para el desarrollo del agro? La respuesta divide aguas entre especialistas, mientras la coyuntura de reservas y deuda externa sigue marcando la agenda económica del país.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.